Concurso CERVANTES 2004
Segundo Premio de la Modalidad de Prosa, Categoría B

Marta Lozano Velasco, grupo S 4º A

Rumbo equivocado

 

En una pequeña ciudad llamada Aranda de Duero vivía un adolescente de 16 años llamado Rodrigo. Se acababan las clases, llegaba el verano y con ello las vacaciones. Rodrigo había suspendido inglés y sus padres decidieron llevarle a Londres a estudiar inglés. A Rodrigo no le importaba, porque ya estaba harto de sus viejos, como decía él. La verdad es que este chico era un poco pasota. Lo que más pena le daba era dejar a su novia Laura.

Llegó el día de partir; montaron en el coche de camino a Barajas, él, sus padres y Laura. Cuando llegaron al aeropuerto, quedaban dos horas para embarcar. Sus padres fueron a tomar un café y les dejaron solos. Se dieron la mano y empezaron a hablar.

- ¡Eh tío!, te voy a echar mucho de menos. Seguido comenzaron a brotar lágrimas
de sus ojos.

- No llores, tonta, no te voy a dejar nunca, te lo prometo.

Esto la dejó mucho más tranquila. Seguidamente se fundieron en un largo abrazo. Llegaron sus padres y les estropearon ese dulce momento.

Venga “Romeo”, que vas a perder el avión- le dijo su padre.

“Atención, señores pasajeros, el vuelo hacia Londres despegará dentro de 5 minutos.”

De repente, una gran multitud de gente empezó a correr hacia todos los lados con sus maletas.

¡Qué locura! Aquello parecía un gallinero.

-Bueno, familia, os dejo-, les dijo mientras les daba un abrazo. Se montó en el avión, y antes de despegar les despidió con un largo movimiento de mano. Según salió se quedó dormido. Cuando despertó había perdido la noción del tiempo. Parecía que estaba amaneciendo.

“Atención, señores pasajeros, están a punto de aterrizar en Sydney, Australia.”

Cuando Rodrigo escuchó esto casi le da un ataque al corazón. Salió corriendo a buscar una azafata. Cuando llegó a ella la preguntó : ¿no se dirigía este avión hacia Londres?. Ésta le respondió: I only speak English.

Como os imagináis, Rodrigo se fue como estaba. Al bajar del avión fue a llamar a sus padres, pero no encontraba el teléfono, se lo habían robado. Ni siquiera tenía dinero para volver, porque tenía todos los gastos pagados, y le habían dado poco dinero. Por si fuera poco lo llevaba todo en libras, así que lo primero que hizo fue ir a cambiarlo en dólares. Cuando lo consiguió se fue a comprar un bocadillo, porque estaba muy hambriento. Se entendió de mala manera mediante señas. Al final acabó con un vaso de zumo. Estuvo todo el día vagabundeando por las calles sin encontrar a nadie con quien hablar, así que decidió buscar un lugar para dormir. Después de esto ya no le quedaría casi dinero; por esta razón tendría que buscarse un trabajo. El pobre Rodrigo estaba desesperado, se encontraba solo, casi sin dinero. Pero esto le sirvió para reflexionar, y darse cuenta de que había perdido demasiadas clases de inglés. Pensó que si volvía vivo nunca más perdería el tiempo a lo tonto.

Caminaba sin rumbo fijo, cuando al cruzar una calle, de repente frenó un coche delante de él. Salió un señor con un gorro de paja, un palillo en la boca y un buzo azul, y le dijo: Come here!, mientras le hacía un gesto con la mano. Como el chico no tenía nada que perder se montó en el coche.

El señor le comenzó a hablar en inglés. Para intentar solucionar esto, Rodrigo le dijo con su mejor inglés: I no entiendo English.

- Ah!, tú ser español, yo llamarme Neville.

- Encantado, yo me llamo Rodrigo, estoy perdido y no entiendo el inglés.

Después de esto el señor Neville le comenzó otra vez a hablar en inglés. Rodrigo intentó comprenderle, pero como no lo consiguió, se volvió a cerrar en sus pensamientos mientras se quedaba dormido por su agotamiento.

Godrigo, Godrigo, despierta. Cuando éste lo hizo se encontraba en una cama extraña, pero confortable. Al lado de ésta, se encontraba una chica con pelo dorado y cara de ángel, parecía de su misma edad. Detrás estaba la persona que le había traído. A la derecha de éste se encontraba la madre con un bebé en brazos.

- Hola Godrigo ,me llamo Sophie y estoy estudiando español.- le dijo la chica. Seguidamente comenzó a presentar a su familia. La madre se llamaba Molly, y el bebé David.

- Encantado, me llamo Rodrigo – dijo con cara de tonto.

Como no sabía qué hacer, ni decir, comenzó a jugar con David. El niño se puso a llorar, y Molly se le llevó para calmarle. Parecía que no había empezado con buen pie en esa casa.

Sophie preguntó a Rodrigo si tenía hambre, y le llevó a la cocina para desayunar. Le puso emparedados de bacon, un huevo frito y un vaso de zumo. Acabó con la barriga muy llena. Después se dirigió al salón con Sophie y le contó toda su historia. Ésta fue a hablar con su padre, y a los 5 minutos ya se encontraba de nuevo allí.

- Mi padre me ha dicho que a cambio de que trabajes seis horas diarias en nuestro rancho, nosotros te mantendremos, yo te daré dos horas de inglés al día y te ganarás algo de dinero.

- Me parece un trato muy bueno ¿Podría llamar a mis padres a España?

- De acuerdo, tienes el teléfono en mi habitación.

Parecía mentira, por una vez tenía ganas de hablar con ellos. Les contó todo lo ocurrido y les dijo que se quedaría ahí hasta conseguir el dinero para el viaje de vuelta.

Aquel día le enseñaron el rancho entero. Tenían de todo: vacas, gallinas, un perro, cerdos y dos caballos. Poseían muchas tierras de cultivo.

Para las ocho de la tarde se encontraba en la cama, porque al día siguiente tenía que estar a las seis de la mañana despierto para irse a trabajar. A esa hora fue Neville a despertarle, decía:- Stand up!-mientras daba golpes con una cuchara en una cazuela. Rodrigo se despertó sobresaltado, se puso el buzo de trabajo y fue a tomar el desayuno.

Llegó el momento de trabajar. Le mandó recoger los huevos de las gallinas, limpiar a todos los animales y ordeñar a las vacas. Mientras hacía esto último, como no lo conseguía por su falta de práctica, la vaca se puso a mugir fuertemente. El perro al oírla fue a morder a Rodrigo; éste, asustado, se echó a correr como no lo había hecho nunca y se subió a un árbol. Neville llegó y fue tranquilizando a Fliper (el perro). Cuando bajó del árbol se encontraba toda la familia mirándole. Le contó a Sophie todo lo ocurrido, y les pidió perdón por lo de la vaca.


La chica fue a enseñarle a ordeñar, le costó más de una hora enterarse, porque en vez de mirar a la vaca, observaba embobado a Sophie. Al final lo consiguió. Cuando acabó de limpiar toda la cuadra, ya sólo le quedaban dos horas de trabajo. Se puso a quitar las malas hierbas. Cuando terminó su jornada a las cinco de la tarde, se fue a duchar, se echó colonia y se puso su mejor ropa para dar clases de inglés. Al empezar, no se enteraba de nada, así que Sophie tuvo que comenzar por el nivel mínimo.

Pasó un mes y Rodrigo ya hacía muchos más trabajos al día. Hablaba bastante bien el inglés, hasta podía mantener pequeñas conversaciones con la familia. Lo único malo es que estaba perdidamente enamorado de Sophie.

Un día de los que tenía libres, por la noche se fue a dar un paseo con ella, y sin poder remediarlo se dieron un beso. En ese momento se sintió muy bien, aunque luego tuvo grandes remordimientos.

Una semana después se dirigieron de excursión hacia Sydney, para ver a un amigo suyo que era pescador. Como se le había perdido el móvil, Rodrigo decidió comprar uno nuevo. Se hicieron las once de la mañana. Como era costumbre, se fueron a buscar bocadillos para almorzar. Mientras tanto Rodrigo se quedó mirando un escaparate. Se acercaron a él tres chicos y una chica con una pinta muy sospechosa. Sin que él se diese cuenta, rápidamente le cerraron en un saco. De repente escuchó un ruido estridente; ya no se acordó de más. Cuando se despertó se encontraba en la barca de un pescador, que le llevó a su casa.

Mientras tanto toda la familia le buscaba desesperadamente. Como no lo consiguieron, cansados y desanimados, decidieron ir a la casa de su amigo. Llamaron al timbre y entraron. Su amigo les contó que se había encontrado a un chico mientras pescaba en el río, que estaba metido en un saco y ahora estaba recuperándose en su casa.

Todos juntos fueron hacia la habitación del enfermo. Al verle, toda la familia le abrazó fuertemente con cara de asombro. Reconstruyeron la historia entre Rodrigo y el pescador, aunque sin conseguir recordar la cara de los secuestradores. Cuando al fin lo logró, fueron a denunciarlo a la policía.


A altas horas de la noche regresaron a su hogar.

Ya iba a llegar agosto. Rodrigo se lo estaba pasando en grande, y le daba pena irse, pero quería pasar el cumpleaños de su padre, que era el dos de Agosto, junto a su familia. Además ya tenía suficiente dinero para el viaje de vuelta.
Llegó el día del regreso y le acompañaron al aeropuerto de Sydney para despedirle. Antes de montar en el avión Sophie le fue a dar un beso, pero Rodrigo se retiró hacia atrás y la explicó que tenía una novia en España, pero que quería que siguiesen siendo amigos; e iría a visitarles cada dos años.
Cuando llegó a Madrid cogió un taxi hasta Aranda de Duero, donde compró una tarta. Llamó al timbre de su casa y, según le abrieron, dijo:

¡FELICIDADES PAPÁ!

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